Big Oil's Plastic Apocalypse

Wednesday, January 25, 2023 by writer: Mike Horn & editor: Hope Lourie Killcoyne

En el armario de mi cocina hay un montón de bolsas de la compra. Son mi vergüenza secreta; el resultado de depender de un material profundamente problemático que ha invadido todos los aspectos de mi vida: el plástico.

El plástico está en todas partes.

A primera vista, una pila de bolsas de plástico acumulándose en mi armario puede parecer inocua, pero el problema estriba en no echar un segundo vistazo. Como el plástico es tan común, tan omnipresente y familiar, se ha vuelto prácticamente invisible. Sólo cuando enfocamos en el plástico nos damos cuenta de hasta qué punto se ha infiltrado en nuestras vidas y se hace evidente que tenemos una dependencia devastadora. Es un material extremadamente útil, que nos ha ayudado a avanzar mucho más allá de lo que habíamos imaginado, así que no es de extrañar que nos haya enganchado.

¿Cómo desengancharse? Es un reto enorme. Mientras sigues leyendo, debes saber que ninguna parte del planeta está libre de plástico, una realidad extremadamente preocupante ya que la gran mayoría del plástico se fabrica de productos petroquímicos, que a su vez se obtienen de combustibles fósiles. Más producción de plástico significa más extracción de combustibles fósiles, lo que sirve para agravar la crisis climática y ecológica a la que nos enfrentamos, y hoy estamos creando mucho más plástico que nunca. [Cada año se producen en el mundo unos cinco mil m]illones](https://www.unep.org/interactives/beat-plastic-pollution/) de bolsas de plástico, muchas de las cuales se desechan en vertederos o en el mar. ¿Qué significa esto con el paso del tiempo? Se calcula que una sola bolsa tarda aproximadamente de diez a veinte años en descomponerse. Con el tiempo, cada bolsa se descompone en microplásticos, que se han encontrado en el fondo de los océanos y flotando en el aire, para acabar cayendo en la lluvia o la nieve. Se incorporan en nuestros alimentos y agua hasta se alojan dentro de nuestro cuerpo. La bolsa de plástico que usas hoy podría reaparecer algún día en el cuerpo de tus bisnietos (https://www.theguardian.com/environment/2020/dec/22/microplastics-revealed-in-placentas-unborn-babies).

La contaminación por plásticos está causando daños devastadores, especialmente en el Sur Global, y es una crisis creciente a la que hay que hacer frente de inmediato. Entonces, ¿quién tiene la culpa?

Por un lado están las grandes petroleras, un goliat aparentemente imparable que obtiene obscenos beneficios de nuestra adicción a los combustibles fósiles, que se utilizan para fabricar plástico. Para mantener su dominio sobre el mundo, la industria del petróleo y el gas gasta enormes cantidades de dinero tanto presionando a los políticos como creando sofisticadas campañas de marketing para socavar cualquier esfuerzo por detener la crisis climática y ecológica... y estas empresas multinacionales luchan con uñas y dientes para proteger los dividendos de sus accionistas'.

En el otro lado estamos tú, yo y todos los que creemos que este planeta debe ser protegido, no saqueado. Debemos aprender, correr la voz y luchar.

Para comprender la profundidad y las consecuencias de nuestra adicción al plástico y cómo fuimos tomados como rehenes de la industria de los combustibles fósiles, tenemos que entender cómo y por qué el plástico ha llegado a dominar nuestras vidas.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Creados por primera vez en el siglo XIX, los polímeros sintéticos, o plásticos, demostraron ser materiales revolucionarios, llegando a ser vitales para Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Diez años más tarde, debido a su bajo coste y a su naturaleza maleable, pasó del campo de batalla a nuestros hogares. El plástico, un milagro moderno que liberaría a la humanidad y nos impulsaría hacia el futuro, pronto se convirtió en un elemento fundamental de la vida cotidiana y, a partir de la década de 1960, el mercado mundial del plástico fue cada vez más rentable. En 2021, tenía un valor de 593.000 millones de dólares, con una previsión de crecimiento hasta los 810.000 millones de dólares en 2030.

Es la versatilidad del plástico la que ha dado lugar a cifras tan prodigiosas. El plástico ayuda a garantizar el suministro de agua potable a través de tuberías de PVC, mantiene los alimentos frescos y seguros para el consumo y, debido a la elevada relación resistencia-peso del plástico, su embalaje reducido se traduce en menores costes de transporte, un mayor ahorro de energía y, potencialmente, menos emisiones de transporte que otros materiales. El plástico también ha revolucionado la industria médica por contribuir a mejorar las normas de seguridad y reducir el coste de los tratamientos médicos.

Echa un vistazo a tu alrededor. Aparte de las bolsas, cuenta los productos que utilizas a diario que contienen plástico. ¿Te imaginas prescindir del coche, el smartphone, el portátil, la televisión, el frigorífico, las bandejas de hielo, los auriculares, el cepillo de dientes, el champú, las bombillas, los enchufes, la alfombra y el papel pintado? Incluso nuestra ropa -el 60%- es de plástico (piensa en poliéster, acrílico o nailon).

Lo usamos tanto porque es útil y rentable, pero también porque se nos anima regularmente a comprar la última versión de nuestros productos favoritos. El consumo y el desecho se han convertido en un engranaje fundamentales de la vida moderna, y la obsolescencia programada de los productos forma ahora una parte importante de las estrategias de marketing de muchas empresas del siglo XXI.

Para 2050, se prevé que los productos petroquímicos utilizados para fabricar plásticos serán de los principales impulsores del consumo mundial de petróleo. Desgraciadamente, impulsar la producción de plástico tiene un alto coste.

Según un estudio de 2017, "8.300 millones de toneladas de plástico se han producido en los últimos setenta años, y 6.300 millones de toneladas se han tirado a la basura. Solo el 9% de esta cantidad se ha reciclado, el 79% ha acabado en vertederos y el 12% restante se ha incinerado." En la actualidad se producen unos 400 millones de toneladas de plástico al año, de las que se tira una enorme cantidad, principalmente en forma de envases de plástico de un solo uso.

Por lo tanto, debemos examinar las raíces de los envases de un solo uso para comprender realmente hasta qué punto son perjudiciales para el medioambiente y los ecosistemas. Aquí se presenta una introducción a los envases de plástico. Prepárese para asombrarse con las cosas que se tiran pero que, por desgracia, no desaparecen.

La bolsa de plástico se encuentra bajo el mar azul. Ha atrapado a varios peces a rayas blancas y negras y otros nadan a su alrededor](/assets/uploads/ce76a160-fc15-4a31-aa7c-e6afa2f519a9.jpg)

Pez atrapado en una bolsa de plástico: Foto de Naja Bertolt Jensen en Unsplash

Cómo se destrozó tu futuro

Es 1956 en Nueva York. En la conferencia de la Sociedad de la Industria del Plástico, Lloyd Stouffer -editor de la revista Modern Plastics- declara: "El futuro de los plásticos está en el cubo de basura". Así lo explicó unos años después:

"Lo que yo había dicho en la charla era que ya era hora de que la industria del plástico dejara de pensar en envases de 'reutilización' y se concentrara en los de un solo uso. Porque el envase que se usa una vez y se tira, como una lata o un cartón, no representa un mercado único de unos pocos miles de unidades, sino un mercado recurrente diario que se mide en miles de millones de unidades. Su futuro en el envasado, dije, está efectivamente en el cubo de basura."

Los plásticos de un solo uso son artículos desechables que lo envasan todo, desde medicamentos hasta alimentos o botellas de agua: objetos cotidianos que todos usamos y tiramos. Cada año se producen aproximadamente 130 millones de toneladas de plásticos de un solo uso, de los cuales el 98% procede de plástico recién producido, que a su vez procede de... sí: productos petroquímicos.

La mayor parte del plástico de un solo uso se tira a la basura, y cada año se vierten entre 5 y 13 millones de toneladas en pequeños canales cercanos. Una gran parte de este plástico llega a los océanos del mundo a través de los ríos municipales y otros más grandes, como el Mississippi y el Mekong (https://theoceancleanup.com/sources/). Desde allí, el plástico se desplaza a los sistemas costeros locales, donde la mayor parte es arrastrada por la corriente y obstruye las costas, mientras que alrededor del 10% acaba en las profundidades oceánicas.

Más de medio millón de toneladas de plástico son transportadas a los océanos por la industria pesquera en el mar en forma de redes de pesca, sedales, boyas y envases de plástico, y abandonadas allí. Esta terrible masa de plástico, denominada aparejo fantasma, perturba los delicados ecosistemas oceánicos, desde los moluscos más pequeños hasta las tortugas que confunden las bolsas de plástico con medusas, pasando por los animales marinos más grandes. Una ballena muerta encontrada en una isla escocesa en 2019 tenía un horrible montón de plástico en las tripas.

Todo ello se suma a la muerte de la vida marina a gran escala, ahora y en los siglos venideros. Investigaciones recientes también han demostrado que la contaminación por plásticos es un factor que amplifica la contaminación por metales pesados en los océanos, que luego se infiltran en la cadena alimentaria con efectos potencialmente devastadores para la vida marina y los seres humanos.

Un albatros muerto yace en el suelo de cemento. Su estómago está abierto, mostrando lo que ha comido: tres tapones de botellas de plástico, un tubo de plástico y trozos de plástico rotos](/assets/uploads/43f8378d-4168-4676-9288-4ae256cab10d.jpg)

Albatros en el Refugio del Atolón de Midway: Foto de Chris Jordan (vía U.S. Fish and Wildlife Service Headquarters), subida por Foerster, CC BY 2.0

https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/deed.en>, vía Wikimedia Commons

Ecoblanqueo

Si el plástico, y especialmente el plástico de un solo uso, es un material tan tóxico, ¿cómo ha llegado a dominar casi todas las facetas de la vida en el planeta Tierra en los últimos setenta años? La respuesta radica en parte en las campañas extremadamente sofisticadas y sostenidas de manipulación masiva llevadas a cabo por las industrias del petróleo y el gas y del plástico.

El ecoblanqueo, una maniobra intencionadamente engañosa, se produce cuando las empresas se presentan como más concienciadas con el medioambiente de lo que realmente son. En algunos casos, no sólo siguen vendiendo productos que dañan el medioambiente, sino que incluso obstaculizan formas demostrablemente comprobadas de impulsar el reciclaje. Se trata de un juego de manos empresarial diseñado para desviar la atención de su propia complicidad en el agravamiento de la crisis climática y ecológica: una táctica que esas industrias llevan décadas desplegando.

"Kill Bill" (es decir, matar cualquier proyecto de ley de la botella)

En EE.UU., la concienciación sobre los daños medioambientales causados por los plásticos de un solo uso comenzó en la década de 1960 (https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-319-16510-3_1). En esa década también se popularizó la palabra "reciclar" (¡se acuñó en la industria petrolera en los años 20!). A mediados de los años 60, dicho acuñación experimentó un fuerte repunte y trajo consigo la promesa de monedas reales: la gente podía llevar sus botellas usadas a las tiendas para reciclarlas y ganar cinco céntimos por cada devolución. Este incentivo inmediato y remunerativo para el reciclaje a gran escala -desde pueblos hasta estados- se denominó "bottle bills" (ley de la botella). A día de hoy, allí donde existe este tipo de legislación, las tasas de reciclaje son significativamente más altas que en los lugares donde no existe: a veces más del doble.

Pero los proyectos de ley de botellas y similares tienen un enorme y poderoso oponente: la industria de bebidas y envases, que incluye "muchos de los grupos sin ánimo de lucro que controlan". En cuanto han surgido planes de reciclaje de este tipo, las empresas han movilizado rápidamente su dinero para una feroz refutación en dos frentes. En privado, han presionado a los políticos. Públicamente, han presentado sus argumentos en las pantallas de televisión, creando campañas publicitarias icónicas en las que echaban la culpa a los consumidores.

Keep America Beautiful (KAB, que busca conservar la belleza del país) es una organización sin ánimo de lucro fundada en 1953 por el American Can Company (empresa hojalatera americana), Philip Morris y Coca-Cola entre otros (y hoy asociada con organizaciones desde Dow, McDonalds, Pepsico y Anheuser-Busch, hasta la Asociación de la Industria del Plástico), junto con el Ad Council (el consejo de anuncios), reasignó hábilmente la culpa a sus clientes por desarrollar una serie de campañas publicitarias que aún resuenan hoy en día.

Dos de las creaciones más notables de KAB son el término "litterbug" - una persona que tira basura - y el icónico anuncio de servicio público de los años setenta "indio llorando". En ambos casos, la responsabilidad de la creciente montaña de residuos recaía en los ciudadanos y no en las industrias que, unas décadas antes, habían empezado a promover a propósito el plástico de un solo uso.

El ecoblanqueo corporativo aún tiene lugar - Coca-Cola, la mayor "empresa contaminadora de plástico" del mundo, patrocina la COP27, en uno de los ejemplos recientes más cínicos de engaño industrial. La campaña "no seas litterbug" reapareció en Malasia en 2012. Unos años más tarde, en 2019, Shell anunció un llamativo "fondo de 300 millones de dólares para invertir en ecosistemas naturales", un truco publicitario muy oportuno y eficaz, que desvió la atención de los monstruosos ingresos que generan por extraer y refinar combustibles fósiles.

La industria del petróleo y el gas también ha hecho recaer la responsabilidad de resolver las emisiones de gases de efecto invernadero en los consumidores, instándonos a ser conscientes de nuestra propia "huella de carbono", utilizando una calculadora de carbono. Este cambio de responsabilidad y de enfoque, junto con la [supresión de la realidad de la quema de combustibles fósiles] de ExxonMobil(https://www.scientificamerican.com/article/exxon-knew-about-climate-change-almost-40-years-ago/) descargan ágilmente toda la culpa en el público por comprar sus productos exponencialmente rentables: gasolina y plástico.

Se prevé que el valor del mercado de envases de plástico aumente a 492.000 millones de dólares en los próximos siete años, y es difícil escapar a la conclusión de que el deseo de proteger este océano de dinero está en la raíz del mensaje persuasivo de las industrias de que nosotros, y no ellas, somos la causa de la contaminación por plástico.

Sin embargo, a pesar de los intentos de las industrias petroquímica, petrolera y del gas por convencernos de que dos más dos son cinco, la cantidad de plástico que contamina nuestros océanos y nuestra tierra aumenta cada día, e incluso nuestra ropa contribuye a esta plaga de partículas de plástico.

Este ciclo destructivo debe romperse pronto. Por muy devastador que sea el futuro próximo que nos espera, está ya causando terribles desigualdades, mala salud y destrucción medioambiental en el Sur Global.

Una persona cruza la calle en Nueva York al caer la tarde. Lleva un poste de madera sobre el hombro derecho, con dos enormes bolsas de plástico blanco translúcido en equilibrio en cada extremo, abultadas con botellas de plástico vacías](/assets/uploads/9213be83-73ba-4701-90cf-e482a944642e.jpg)

Ganar dinero con botellas de plástico - Nueva York: Foto de Hope Lourie Kilcoyne

Justicia social para todos

Entender quiénes son los mayores contaminadores de plástico es complicado debido a la falta de datos internacionales. Sin embargo, los países más ricos se encuentran entre los mayores productores y consumidores de plástico. También albergan algunas de las mayores empresas petroquímicas productoras de plástico. Hasta hace poco, su papel en la contaminación de los océanos por plásticos quedaba eclipsado por las afirmaciones, ahora desmentidas de que los países asiáticos eran los que más contaminaban el mundo por plásticos.

Sin embargo, algunas cosas son más fáciles de desmentir que otras. Por ejemplo, aunque la gente de los países más ricos pueda creer que todos sus residuos plásticos se reciclan, el hecho real es que el proceso es ineficaz, caro y difícil, y no es así . Por el contrario, países como Australia, Gran Bretaña, Alemania y Países Bajos afirman que reciclan plástico, cuando lo cierto es que exportan una gran parte para que otros se encarguen de ello.

Hasta 2017, China importaba enormes cantidades de residuos plásticos, que con el tiempo se hacían cada vez más difíciles, si no imposibles, de reciclar, y en cambio se vertían en vertederos, acelerando así el creciente problema de residuos domésticos del país.

Ante una catástrofe medioambiental y sanitaria a la que había que hacer frente, en 2017, el gobierno chino puso en marcha el programa Espada Nacional, que prohibía las importaciones de ciertos tipos de plástico. Sin embargo, esta política creó un problema para muchos países más ricos, ya que ahora necesitaban depositar más basura en vertederos locales y, al mismo tiempo, encontrar nuevos mercados para sus residuos plásticos. Inevitablemente, esto significaba enviar sus residuos tóxicos a países con industrias de reciclaje menos desarrolladas. Esto ha provocado una crisis de justicia climática, ya que los países menos ricos se han convertido en zonas de sacrificio para los más ricos, a menudo sin su consentimiento.

Históricamente, los residuos plásticos se han exportado a países más pobres alrededor del mundo, como Kenia, Indonesia, Tailandia y Vietnam. Como ocurrió en China, estos países se enfrentan a problemas para gestionar sus propios residuos. Dentro de estos países, son los más pobres entre los pobres los que tienen que ocuparse de ello. Esto puede verse en Nairobi (Kenia), donde se encuentra el vertedero municipal de Dandora, donde los kenianos más marginados viven, trabajan, estudian y juegan entre la basura en descomposición de sus compatriotas más ricos.

El vertedero de Dandora, Kenia. Un camión blanco con gente a su lado se encuentra en el camino forjado a través de los residuos. Es un terreno accidentado de residuos, con la basura amontonada en lo alto formando una montaña a la derecha, en cuya cima se posan los pájaros. Hay bolsas de plástico y botellas esparcidas, pero la basura es tan grande que ha creado su propio terreno](/assets/uploads/2893c8bc-530e-44dd-8d27-31e3a9e2a6b9.jpg)

Dandora - Vertedero desde arriba, foto de Falkue, CC BY-SA 4.0

https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0>, vía Wikimedia Commons

Condiciones calamitosas

¿Cómo es el día a día de los indigentes? Viven junto a vertederos tóxicos (https://theintercept.com/2020/04/19/africa-plastic-waste-kenya-ethiopia/) y clasifican residuos peligrosos como empleados informales de industrias de reciclaje no reguladas. Aquí respiran los humos de la incineración de plásticos, que no sólo libera más dióxido de carbono, sino que también emite carbono negro, u hollín, que se ha relacionado con una serie de enfermedades devastadoras.

Las personas que trabajan y viven en estas condiciones diabólicas están expuestas a contaminantes peligrosos y, en consecuencia, desarrollan una plétora de "afecciones de salud como diabetes, hipertensión, trastornos mentales y enfermedades respiratorias". Inevitablemente, las mujeres son las más afectadas.

Ya basta

Estas comunidades y otras -incluidos los grupos pobres o racialmente marginados- no han aceptado dócilmente esta situación. Ha llevado tiempo, y es un reto terrible, pero en los últimos cuarenta años aproximadamente han surgido coaliciones para cambiar sus circunstancias. El movimiento por la justicia medioambiental surgió a raíz de las protestas contra el vertido de residuos tóxicos en las comunidades negras más pobres de EE. UU. durante la década de 1980; y estudios posteriores demostraron que la raza era, de hecho, un factor crítico en el tratamiento de los tipos de residuos más peligrosos.

Sin embargo, se han enfrentado a una ardua lucha frente al aumento de la producción y el consumo de plástico, y a medida que se ha agravado la crisis climática, es evidente que la profunda injusticia social que han experimentado se está amplificando a escala mundial, incluyendo la "calle de cáncer" de Louisiana"; Orosi, California; Palestina; Somalia; y Kenia.

Una montaña de botellas de plástico se eleva sobre los trabajadores agachados que recogen botellas en grandes bolsas de lona en un desguace de Bangladesh. Las personas se ven empequeñecidas por el muro de botellas de refresco y agua, que brillan verdes y transparentes bajo el sol, elevándose por encima de ellos](/assets/uploads/5633c7a2-daf7-44d8-b281-6f3d82f6d4fc.jpg)

Personas trabajando en un desguace, Chattogram, división de Chittagong, Bangladesh.

Fotografía de Mumtahina Tanni.

El plástico, al bordillo

Los humanos consumimos demasiado, tanto que nuestra adicción al plástico está contribuyendo a crear lo que podría ser una nueva era geológica llamada el Antropoceno. Hemos creado un lío espantoso, difícil de justificar y aún más difícil de limpiar.

Sin embargo, algunos gobiernos están aplicando políticas que restringen el uso de plásticos. A la cabeza están los países africanos, desde Tanzania a Ruanda, que se están protegiendo de los daños de los plásticos. El Parlamento Europeo también aprobó legislación en 2021 que prohibía diversos plásticos de un solo uso. En marzo de 2022, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medioambiente adoptó un mandato para iniciar las negociaciones de un tratado internacional sobre la contaminación por plásticos, que actualmente se está negociando. En enero de 2021, el Convenio de Basilea, que controla el "movimiento y eliminación de residuos", fue enmendado (a pesar de la oposición del gobierno de Estados Unidos), de modo que ahora la exportación de residuos plásticos debe ser aprobada por los países que los importan, algo muy importante.

Sin embargo, la industria del petróleo y el gas no renunciará a su gallina de los huevos de oro sin luchar.

En los últimos cincuenta años, las grandes petroleras han obtenido 2.800 millones de dólares diarios de beneficios, y el reciente auge del gas de esquisto en Estados Unidos junto con las inversiones chinas y de Oriente Medio en infraestructuras de plásticos representan su próximo plan para enriquecerse rápido.

Estas empresas seguirán presionando a los políticos y luchando contra cualquier amenaza a su cuenta de resultados, ya que dejar de utilizar plásticos -especialmente los de un solo uso, junto con el inevitable cambio hacia las energías renovables- les supone una amenaza existencial.

También recurrirán a sus aliados gubernamentales, que han recibido financiación de los combustibles fósiles mientras facilitaban subvenciones masivas al petróleo y al gas , para que el dinero siga fluyendo. Estos políticos también protegerán sus intereses promulgando leyes que nos tratan a nosotros, los ciudadanos de a pie que estamos desesperados por salvar nuestro futuro, como extremistas peligrosos. No olvidemos nunca que los verdaderos extremistas se sientan en lujosas salas de juntas y acechan en los pasillos del poder.

Tenemos que estar informados, contrarrestar su desinformación y decir la verdad sobre los residuos plásticos. Debemos actuar ahora, manteniendo la presión sobre nuestros gobiernos para que promulguen leyes que cambien la situación. También tenemos que ir más allá de la política convencional y quebrada hacia sistemas participativos inclusivos en los que los ciudadanos tengan voz y voto en nuestro futuro colectivo.

Confiar ciegamente en que los políticos y los líderes de la industria nos sacaren del lío que han creado no funcionará; tenemos que tomar el futuro en nuestras manos.


Sobre la Rebelión

extinction rebellion es un movimiento descentralizado, internacional y políticamente apartidista que utiliza la acción directa no violenta y la desobediencia civil para presionar a los gobiernos para que actúen con justicia ante la emergencia climática y ecológica. Nuestro movimiento está formado por personas de todos los perfiles que contribuyen según sus intereses, aptitudes, tiempo y energía. Es probable que tengamos un grupo local muy cerca de ti, y nos encantaría saber de ti. Involucrarse ...o también puedes hacer una donación.