Océanos

Nuestras héroes anónimos

Monday, April 17, 2023 by Deb Rowan Wright

Por fin, desde que la idea se debatió por primera vez en una reunión informal de la ONU en 2002 y tras 5 rondas de negociaciones multinacionales, el texto de un tratado para proteger la biodiversidad de las Naciones Unidas en alta mar se acordó a última hora del sábado 4 de marzo en Nueva York.

"Elogiamos a los países por buscar compromisos, dejar de lado las diferencias y lograr un tratado que nos permita proteger los océanos, aumentar nuestra resiliencia al cambio climático y proteger las vidas y los medios de subsistencia de miles de millones de personas", declaró la Dra. Laura Meller, de Greenpeace.

El tubo de una ola azul cristalina que rompe en laorilla.

Gracias a Jeremy Bishop por la imagen. Unsplash

La alta mar son las aguas oceánicas que se encuentran más allá de las fronteras nacionales de los Estados costeros. Como vasta región sin estado propio, es especialmente vulnerable a industrias descontroladas y perjudiciales como la pesca comercial y la minería de aguas profundas. Los elementos del tratado incluyen establecer un marco jurídico para crear zonas marinas protegidas, fijar normas para la evaluación del impacto ambiental (EIA) y repartir de forma más justa de los beneficios derivados de la comercialización de sustancias obtenidas a partir de recursos genéticos marinos (como corales, esponjas, algas y bacterias para productos cosméticos y farmacéuticos, etc.) entre las naciones más ricas y más pobres del mundo.

Que representantes de 193 países lleguen a un acuerdo es un gran logro, el próximo obstáculo potencial es el retraso. Antes de que el Tratado pueda cumplir su función, los países deben adoptarlo y ratificarlo. Liz Karan, directora del proyecto de gobernanza de los océanos de Pew, instó a los gobiernos a "garantizar que el acuerdo se adopte, entre rápidamente en vigor y se aplique de forma efectiva para salvaguardar la biodiversidad de alta mar."

¿Por qué es tan importante el Tratado de Alta Mar de la ONU?

Los océanos son el ignorado soporte vital de la Tierra. No importa dónde estés ni qué seas, ellos hacen posible la vida. Y como la alta mar representa el 64% del océano mundial, salvaguardarla eficazmente es vital para todos nosotros. Son fundamentales pues mantienen la biodiversidad, tanto en la tierra como en el agua, y permiten que las sociedades humanas prosperen. Pero, ¿qué hacen exactamente los océanos por el mundo? La respuesta es, probablemente mucho más de lo que piensas:

Aire para respirar y carbono para hundirse

El fitoplancton son plantas microscópicas que flotan libremente en los océanos, lagos y ríos del mundo. Se cuentan en billones, fabrican su alimento mediante fotosíntesis (utilizando la energía del sol para convertir el dióxido de carbono, y el agua, en glucosa), y producen enormes cantidades de oxígeno como subproducto. Junto con las algas y las plantas acuáticas, el fitoplancton genera entre el 50% y el 80% del oxígeno de la Tierra. Y hay una doble ventaja, porque la fotosíntesis a tan gran escala también absorbe una enorme cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera. La NASA calcula que el fitoplancton marino absorbe diariamente más de 100 millones de toneladas de dióxido de carbono. Los hábitats marinos, como los manglares y las marismas salinas, también desempeñan un papel vital en la mitigación de los efectos de la crisis climática gracias a su extraordinaria capacidad de captura de carbono.

Vista de los manglares desde debajo del agua. Raíces marrones conducen alas hojas de color verde brillante que se dibujan contra un cielo azulbrillante, arraigadas en un agua verdeondulada

Gracias a Beth Watson y al Ocean Image Bank por la imagen.

Climas habitables y agua dulce

Los océanos nos mantienen frescos. El agua se evapora de la superficie, enfriando los mares y permitiéndoles absorber el calor de la atmósfera. Desde 1955, los océanos han absorbido más del 90% del exceso de calor atrapado por las emisiones de gas de efecto invernadero, protegiéndonos de las consecuencias más graves de un clima cambiante. Las corrientes oceánicas regulan los sistemas climáticos globales redistribuyendo el calor del sol y la humedad por todo el planeta, moderando temperaturas que de otro modo serían extremas y manteniendo la tierra habitable para plantas y animales. Los océanos también impulsan el ciclo planetario del agua -el flujo continuo de evaporación del agua, que da lugar a la formación de nubes y, a su vez, a la lluvia- hacia la tierra, los ríos y el mar.

Una riqueza incalculable de biodiversidad

La variedad y cantidad de especies vegetales y animales del mar es casi incomprensible - hasta un 80 por ciento de toda la vida de la Tierra. Y lo que es aún más extraordinario, los científicos calculan que el 91% de las especies oceánicas aún no han sido clasificadas.

En tierra, el espacio habitable es una delgada capa de posibilidades; en el océano, es considerablemente mayor. El espacio para la vida se extiende desde la superficie del agua hasta el fondo marino que puede estar a miles de metros de profundidad. Esto significa que aproximadamente el 98% del espacio vital de la Tierra, está en las olas o bajo ellas, lo que ayuda a explicar la variedad inconmensurable de vida marina. De bacterias microscópicas a ballenas azules de 200 toneladas; desde el ave fregata planeando a tres kilómetros sobre la superficie del mar hasta el notable pulpo Dumbo danzando en las profundidades, a ocho kilómetros bajo ella. Quedamos cautivados por la belleza, la maravilla y el drama de la vida en el mar.

Alimentación y empleo

Además de millones de animales marinos, los océanos alimentan a muchas especies terrestres, como aves, osos y lobos. El Fondo Mundial para la Naturaleza calcula que más de tres mil millones de personas dependen del pescado y de los mariscos marinos como principal fuente de proteínas, ya sean de piscicultura o de la pesca salvaje. También hay varios millones de personas que, aunque no dependen de los productos del mar, los consumen regularmente. Y, aproximadamente doscientos millones de personas, trabajan directa o indirectamente en la pesca, sustentando a miles de comunidades costeras en todo el mundo.

Algunas culturas llevan mucho tiempo incluyendo plantas marinas en su dieta (las algas en Japón, por ejemplo). Más recientemente, la creciente demanda de plantas marinas (utilizadas en sushi, salsas y ensaladas) ha convertido el cultivo de algas en la forma de acuicultura de más rápido crecimiento. Las algas son muy nutritivas y absorben una gran cantidad de dióxido de carbono a medida que crecen, por lo que benefician tanto a quien disfruta de la cocina con algas como al medio ambiente.

Bienestar

Los océanos mejoran nuestra salud física y mental. Contemplar un mar titilante desde lo alto de un acantilado, o tumbarse en la arena a escuchar el ritmo de las olas, es tranquilizador y reconfortante. Estar en ese gran espacio azul y gris de mar y cielo puede levantarnos el ánimo como nada más .

En todo el mundo, la playa es también nuestro destino de vacaciones preferido y el mar nuestro mayor patio de recreo -para nadar, bucear, hacer surf y navegar- para divertirse, mantenerse en forma y conectarse con el mundo natural.

Desde debajo del agua, vemos a ocho chicos nadando. Siete de ellos tienenla cabeza fuera del agua y no podemos ver sus caras, pero uno ha nadado pordebajo del agua y está flotando horizontalmente, sonriendo y señalando haciaarriba.

Gracias a Fabrice Dudenhofer y al Ocean Image Bank por la imagen.

Energía

Además de todo lo que los océanos ya hacen, si somos inteligentes, aún pueden hacer más. El océano es el mayor almacén de energía de la Tierra. Utilizar solo una parte de esa energía puede proporcionarnos un suministro limpio y permanente, y liberarnos de nuestro mundo impulsado por los combustibles fósiles.

En la actualidad, las energías renovables marinas proceden principalmente del viento costero, las mareas y las olas. La comunidad científica calcula que la energía de las olas por sí sola podría abastecer al menos el doble de la demanda mundial de electricidad. Las nuevas tecnologías también están ganando impulso. La conversión de la energía térmica oceánica (OTEC), por ejemplo, capta la energía de las diferencias de temperatura entre las aguas profundas, más frías, y las aguas superficiales, más cálidas.

Los océanos del mundo estarán más sanos (y nosotros también) cuando una economía basada en energías limpias reemplace a una impulsada por combustibles fósiles. Y podría ser el destino que las fuerzas sin explotar de los propios océanos aceleren esa transición. Ellos pueden ayudarnos a ayudarles.

A cambio, ¿qué hacemos nosotros?

A pesar de depender por completo de la salud de los océanos para sobrevivir, las sociedades modernas llevan décadas vaciando los mares de vida salvaje, contaminando las aguas, destruyendo los hábitats submarinos y costeros y debilitando los sistemas naturales de la Tierra.

La lista de amenazas de origen humano para los océanos del mundo es larga y abrumadora. A grandes rasgos, se dividen en dos grupos: las causadas por lo que hacemos en tierra y las causadas por lo que hacemos en el mar.

Todo tipo de contaminantes entran continuamente en el mar: vertidos industriales y agrícolas, aguas residuales, materiales de pesca desechados y residuos plásticos arrastrados por vertederos y sistemas de drenaje, abandonados en las playas o arrojados por la borda. La pesca industrial ha agotado los mares de muchas especies de peces, destruyendo con frecuencia los hábitats submarinos y matando en el proceso a un gran número de especies silvestres que no eran el objetivo.

Las industrias del transporte marítimo, la construcción, el petróleo, el gas y la minería contaminan las aguas y causan graves trastornos a la vida marina. Las especies invasivas, como el cangrejo verde y el mejillón cebra, son transportadas (principalmente en barco) más allá de su área de distribución nativa y pueden ser devastadoras para los ecosistemas que invaden. Estas industrias, junto con los buques navales que utilizan sonar, crean contaminación acústica submarina, especialmente nociva para ballenas, marsopas y delfines.

El impacto de las emisiones de combustibles fósiles se hace más evidente cada año que pasa. El aumento de las temperaturas está derritiendo los cascos polares, elevando el nivel del mar y causando estrés a la fauna y la flora: muchas especies muestran una menor fertilidad o se ven obligadas a cambiar sus pautas migratorias y de alimentación. El exceso de dióxido de carbono atmosférico está acidificando el agua del mar, lo que es una mala noticia para la vida marina. Los efectos totales de la acidificación del océano son inciertos, pero se sabe que inhibe el crecimiento de las conchas y los esqueletos de muchas especies, incluidos los corales duros. Podría tener consecuencias drásticas para ecosistemas enteros, para la biodiversidad e incluso para los principales sistemas de soporte vital del planeta.

Los arrecifes de coral tienen la mayor diversidad de especies de todos los hábitats de la Tierra, pero se enfrentan a múltiples amenazas; desde la pesca destructiva (como la pesca de arrastre y la pesca con dinamita), la contaminación, la acidificación y el aumento de las temperaturas del mar, que provocan el blanqueamiento del coral.

Una imagen de coral dividida por la mitad: a la izquierda, el coraldescolorido se hunde mientras el mar ondula sobre él. A la derecha vemos uncoral erguido, vibrante en amarillos, morados y rosas. Un contraste entre elcoral moribundo y elsano.

Gracias a Martin Colognoli y al Ocean Image Bank por la imagen.

Divididos caemos

En la lucha contra la crisis climática, los océanos son nuestro mejor aliado. Sería poco inteligente dar la espalda a nuestro compañero de armas mientras marchamos hacia el frente de batalla; tirarlo al suelo de una patada y esperar que siga siendo nuestro defensor... y, sin embargo, llevamos haciendo lo mismo con los océanos desde que comenzó la era industrial (y, en menor medida, incluso antes).

Un océano robusto y resistente, con agua limpia y rebosante de vida salvaje, puede absorber más calor y dióxido de carbono, puede producir más oxígeno, proporcionar más alimentos y empleo, y ser un lugar más seguro para vivir, que si está debilitado, degradado y desprovisto de vida.

El recién negociado Tratado de Alta Mar se describe como un "punto de inflexión" y un "momento histórico para los océanos". Podría ser cierto -el tiempo lo dirá-, pero desde luego que no es perfecto. Los ecologistas querían más. Por ejemplo, los organismos que actualmente regulan la pesca, el transporte marítimo y la minería de aguas profundas no tendrán que realizar EIA, como se detalla en el texto del tratado, lo que podría socavar seriamente su potencial para proteger la fauna en alta mar. Pero se pensó que era mejor tener un Tratado imperfecto que nada.

Dejando de lado las imperfecciones, que tantos países se pongan por fin de acuerdo en un plan para proteger la biodiversidad de alta mar, después de un proceso tan largo, es una buena noticia.

Como dijo sucintamente la Dra. Meller,

"Este es un día histórico para la conservación y una señal de que, en un mundo dividido, la protección de la naturaleza y de las personas puede triunfar sobre la geopolítica".

Lo que puedes hacer por los océanos

La mayoría de nosotros conocemos la contaminación por plásticos en el mar y la importancia de evitar los plásticos de un solo uso. Aquí tienes otras cuatro medidas que puedes tomar.

  1. Apoyar a una organización de conservación marina. Algunas se especializan en un aspecto concreto de la conservación, como el Proyecto Olive Ridley de protección de tortugas y el Proyecto de Acción Manglar de restauración de manglares. Otras tienen un campo más amplio, que incluye influir en la política gubernamental, como Surfers Against Sewage en el Reino Unido, o como Sea Shepherd, que emprende acciones directas en el océano.
  2. Aprender más sobre el mar y la vida marina, sobre proyectos de conservación y por qué son tan importantes unos océanos sanos: inspirarse, motivarse, hablar con amigos y familiares y conseguir que ellos también se interesen.
  3. Leer las etiquetas antes de comprar productos. La mayoría de las cremas de protección solar, por ejemplo, contienen sustancias químicas que matan la vida marina. Entre ellas están: Oxibenzona; Octinoxato; Octocrileno; PABA (ácido aminobenzoico); Enzacameno; Octisalato; Homosalato; y Avobenzona. Usar una crema "segura para los arrecifes" o cubrirse y permanecer a la sombra.
  4. Eliminar el salmón de piscicultura y las gambas y camarones de piscicultura de aguas cálidas, por los graves daños medioambientales que causa su producción.

Deb Rowan Wright es investigadora independiente y escritora sobre política marina. Su libro Future Sea: How to rescue and protect the world's oceans cuestiona el razonamiento que subyace a los actuales planteamientos de conservación de los océanos y presenta una alternativa radical..


Sobre la Rebelión

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