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Las inundaciones que han devastado Pakistán en las últimas semanas son el resultado directo de la imprudente indiferencia del Norte Global por nuestro futuro climático y por las vidas de los más afectados.
A finales de agosto, las precipitaciones en Pakistán fueron un 500% más altas de lo normal y los glaciares del país se derritieron a una velocidad sin precedentes.
Esta cantidad anormal de lluvia no puede ser absorbida por la tierra o las infraestructuras de Pakistán, lo que ha provocado las catastróficas inundaciones que hemos presenciado.
Estos extremos son la manifestación física de la proliferación irresponsable de emisiones del Norte Global, mientras nuestro clima delicadamente equilibrado se rompe.
La continua contaminación extractiva y el consiguiente aumento de la temperatura están produciendo más fenómenos meteorológicos extremos, siendo el Sur Global el que se lleva la peor parte— hasta ahora.
Acción en el Capitolio de Estados Unidos en solidaridad con las comunidades pakistaníes afectadas por las inundaciones. Crédito de la foto: Extinction Rebellion Washington DC
Las devastadoras consecuencias de que un tercio de un país se ahogue son difíciles de comprender para muchos de nosotros, con impactos tanto inmediatos como de largo alcance.
Las consecuencias directas son la pérdida épica de producción agrícola y alimentos; el suministro de agua potable; la necesidad de apoyar a unos insondables 33 millones de personas; la prestación de atención prenatal a 650.000 mujeres embarazadas (73.000 de las cuales salen de cuentas este mes); el reasentamiento de los refugiados afganos que habían escapado a Pakistán; la detención de la propagación de enfermedades transmitidas por el agua como la diarrea, el dengue, el cólera y la malaria; la atención a las lesiones y los traumas físicos; el recuento y el entierro de los muertos.
Los efectos de estas inundaciones repercutirán en la vida de las personas durante años, mientras ellas y las generaciones futuras luchan por recuperar los ingresos, las viviendas, la salud física y mental, la fuerza emocional, las comunidades y revivir las tierras inundadas.
La experiencia de Pakistán es devastadora; pero, inquietantemente, no es única. Es uno de los muchos fenómenos meteorológicos extremos que se están produciendo en todo el mundo, desde la hambruna provocada por la sequía que está asolando el Cuerno de África y que está provocando la desnutrición aguda de más de 7 millones de niños, hasta los incendios forestales que están devorando los bosques de la costa oeste de América. Es un recordatorio de que el colapso del clima ya está aquí, y un presagio de lo que está por venir.
La estela de esta catástrofe debe orientar nuestra brújula moral hacia la solidaridad, la reparación, la justicia y la acción colectiva.
Pakistán contribuye con menos del 1% de las emisiones mundiales y, sin embargo, se encuentra entre los países más vulnerables a la degradación del clima, la mayoría de los cuales son países "menos" o "menos desarrollados".
La responsabilidad de esta catástrofe, y de otras, recae directamente en los países del Norte Global, que no están dispuestos a dejar de depender de los combustibles fósiles.
Los que vivimos en el Norte Global necesitamos aumentar la presión sobre nuestros gobiernos para que proporcionen ayuda inmediata a los países que ya están siendo impactados más severamente y a otros más vulnerables a las amenazas climáticas.
Además, debemos seguir exigiendo una transición rápida y justa de los combustibles fósiles a las energías renovables. Cualquier bostezo y algarabía al del Norte Global sobre estas catástrofes que ocurren "allá" debe ser respondido con el recordatorio de que "allá" es siempre "acá" - somos una comunidad global y nuestro futuro está inextricablemente ligado.
El Norte Global debe transformar su mentalidad de "ayuda" a una responsabilidad de reparación.
El pueblo de Pakistán merece y necesita una acción colectiva centrada en la solidaridad y la justicia para acabar con los combustibles fósiles ahora mismo.