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"El cambio climático mata. Mata a las personas, mata nuestros ecosistemas, nuestra biodiversidad y destruye las cosas más preciadas para los afectados."
Estas fueron las palabras del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ante el peor verano de incendios forestales en el país desde hace 15 años.
Los vínculos entre la aceleración de la emergencia climática y ecológica (ECE) y los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos son bien conocidos. La frecuencia de estos fenómenos ha aumentado drásticamente en los últimos veinte años, siendo las conexiones inequívocas entre la catástrofe climática inducida por el ser humano de la continua explotación y uso desenfrenado de combustibles fósiles con el calor extremo las más establecidas de todas.
Más allá de España, la ola de calor europea ha creado y acelerado los incendios en toda Francia, sobre todo en el suroeste del país donde han ardido más de 20.000 hectáreas de bosque, lo que ha obligado a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares. Se estima que la ola de calor se ha cobrado la vida de más de 1.000 personas en Portugal, con incendios forestales que han calcinado más de 45.000 hectáreas (111.000 acres) de tierra junto con la "sequía extrema" que han sufrido los ciudadanos. En el Reino Unido, que registró el 19 de julio de 2022 la temperatura más alta de su historia, con 40,3 °C, los bomberos lucharon contra los incendios forestales en todo el país, mientras la Brigada de Bomberos de Londres tuvo su día más ajetreado desde la Segunda Guerra Mundial, y los hospitales se vieron obligados a rechazar pacientes a causa del calor.
Está claro que Europa no es la única que sufre el calor extremo. En enero, una ola de calor en Sudamérica hizo que Buenos Aires registrara la segunda temperatura más alta de su historia, y que más de 700.000 personas se quedaran sin electricidad, mientras el calor extremo golpeaba las cosechas y la economía de la región, mientras algunos políticos aceleraban aún más esta destrucción. Las olas de calor en la India este mes de marzo (que han continuado desde entonces) tuvieron temperaturas consistentes entre 3-8 °C (37-46 °F) por encima de la media - las más calientes desde que se iniciaron los registros hace 122 años
- y los investigadores encontraron que el calor mortal, que también se apoderó del vecino Pakistán, es 30 veces más probable debido al cambio climático inducido por el hombre.
Tras el calor récord de 2021 y los subsiguientes incendios forestales que volaron de costa a costa, 100 millones de ciudadanos estadounidenses están actualmente enfrentados a "alertas de calor excesivo" o "avisos de calor"; mientras que China ha experimentado escasez de energía y pérdidas de cosechas como resultado del calor extremo, con previsiones de olas de calor catastróficas también en las próximas semanas.
Las olas de calor son una cuestión de justicia climática
Foto: Pixabay
Tal vez el hecho más importante y menos discutido durante estas olas de calor en el Norte Global sea la "desigualdad por estrés térmico". Esto se refiere a la realidad de que, tanto dentro como entre los países, la exposición a las olas de calor durante la última década se ha dejado sentir de forma desproporcionada en las regiones de menores ingresos en comparación con las zonas de mayores ingresos.
Al igual que la pandemia de Covid-19, aunque las olas de calor pueden parecer un fenómeno que todos experimentan por igual, los fenómenos meteorológicos extremos ponen de manifiesto desigualdades estructurales muy arraigadas que empeoran las experiencias de los grupos marginados y vulnerables.
Dentro de los países, los últimos informes han mostrado cómo la última ola de calor en China pone de manifiesto la creciente "desigualdad climática", ya que los trabajadores se ven obligados a elegir entre la seguridad personal y el mantenimiento de sus familias mientras trabajan en condiciones extremas; mientras que en la India son los pobres quienes se llevan la peor parte del calor abrasador.
Desde el punto de vista del Reino Unido, una investigación de la que son coautores Amigos de la Tierra y la Universidad de Manchester, publicada en julio de este año, muestra cómo las comunidades más pobres y las que pertenecen a grupos étnicos minoritarios son las que tienen más probabilidades de vivir en las zonas con mayor riesgo de olas de calor en el Reino Unido, a pesar de ser las que menos han contribuido a crear y acelerar la crisis, tanto históricamente como a través de las opciones de estilo de vida actuales.
Entre los países, las desigualdades mundiales son muy marcadas, y un estudio demuestra que se espera que los países clasificados como "bajos" en el "Índice de Desarrollo Humano" del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sufran una mayor exposición a las olas de calor con un calentamiento de 1,5 °C que las poblaciones que viven en países clasificados como "altos" en la escala del IDH con un calentamiento de 2 °C. Esta realidad es aún más cruda si se tiene en cuenta que un informe prevé el desplazamiento de más de mil millones de refugiados climáticos de aquí a 2050 desde los países menos preparados para combatir y hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos.
¿El último clavo en este ataúd? La sombría realidad de un sistema multilateral que debería garantizar el pago de reparaciones históricas para dar cuenta de las pérdidas y los daños experimentados por los países de la primera línea de la ECE; o que las deudas acumuladas por los países del Sur Global debido a las desigualdades político-económicas estructurales construidas en el sistema internacional se reinviertan para garantizar una transición justa a nivel mundial, pero que está fracasando en la tarea y no hace ninguna de las dos cosas.
¿Dónde está la verdad?
A pesar de todo esto, si se observan los principales medios de comunicación europeos, tomando como ejemplo la BBC en el Reino Unido, los vínculos entre estos extremos desenfrenados y las causas estructurales de la ECE no son evidentes en absoluto.
En el momento de escribir este artículo, desde la publicación de un artículo el 29 de marzo sobre la dudosa decisión de la Oficina Meteorológica de 'redefinir' lo que significa una ola de calor a medida que el dial se desplaza cada vez más hacia arriba, la BBC ha publicado 194 artículos directa o indirectamente relacionados con las olas de calor que abrasan el Reino Unido. Sin embargo, un rápido estudio de estas historias revela que hay más artículos sobre cómo mantener frescas a las mascotas que sobre el capital fósil que impulsa la ECE y, por tanto, el calor que estamos experimentando.
De manera deprimente, la BBC es uno de los mejores medios de comunicación del Reino Unido en cuanto a la publicidad activa de la emergencia a sus lectores y oyentes, como muestra Carbon Brief's excelente revisión del 'reportaje sobre la ola de calor' en el Reino Unido. En lo que respecta a 'decir la verdad' sobre el calor — tanto en el discurso político actual como en la cobertura de los medios de comunicación de todo el mundo — aún nos queda mucho camino por recorrer.
A medida que las temperaturas siguen subiendo, también debemos aumentar la presión sobre los medios de comunicación y los gobiernos cómplices. Mientras que para algunos puede parecer una novedad, para otros este calor ha sido una realidad agobiante durante demasiado tiempo, y pronto se convertirá en nuestra 'nueva normalidad' a menos que digamos la verdad y actuemos ahora.
