¿Es cierto que solo tenemos diez años para salvar el planeta?

Sunday, November 22, 2020 by Rob Renouf

Si queremos evitar una enorme serie de impactos cada vez más severos derivados del cambio climático, debemos impedir que el calentamiento global supere 1,5° C por encima de los niveles pre-industriales. Este es el mensaje del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC). Es un anuncio de enorme relevancia, ya que a este órgano se le considera la primera autoridad mundial en la materia.

El punto de partida que se suele usar cuando hablamos del calentamiento global es el "nivel preindustrial". Este nivel se basa en las temperaturas medias registradas entre 1850 y 1900. Aunque este periodo no es estrictamente preindustrial, lo tomamos como referencia porque disponemos de registros de temperaturas fiables de esos años. Antes de 1850, solamente una pequeña proporción de las emisiones fueron producidas por el ser humano, así que podemos considerar que ese espacio de tiempo es una buena base para juzgar el impacto general de las emisiones generadas por la actividad humana.

El problema es que ya hemos alcanzado 1,1° C por encima de este nivel. Si no emprendemos acciones urgentes, sobrepasaremos los 1,5° C en unos 20 años. Esto tendría efectos catastróficos en nuestro planeta, como fenómenos atmosféricos extremos o pérdida de hábitats y especies que viven en las zonas afectadas, lo cual podría amenazar el suministro de agua y alimento. Impedir esto require mucha más acción de forma inmediata.

Vista del planeta Tierra desde elespacio.

Imagen: PIRO4D, de Pixabay

¿No significa esto que realmente disponemos de 20 años?

El problema es que no es una cuestión de cerrar un grifo. Incluso si fuésemos capaces de reducir nuestras emisiones a cero hoy mismo, los agentes contaminantes que están presentes en la atmósfera continuarán generando más calentamiento en el futuro. El dióxido de carbono puede permanecer en la atmósfera de la Tierra durante miles de años; es decir, nuestras emisiones históricas tendrán un efecto continuado.

El informe de 2018 del IPCC aseguraba que limitar el calentamiento a 1,5° C sobre el nivel preindustrial aún era posible. Pero desde entonces ya hemos aumentado de 1,0° C a 1,1° C, y cada día que pasa, las posibilidades de limitar el calentamiento se reducen aún más.

El reloj del carbono del centro de estudios MCC advierte de forma inquietante del poco tiempo que queda para que el aumento de 1,5° C o 2,0° C de temperatura sea inevitable. Sus estimaciones sugieren que en poco más de siete años el total de las emisiones globales alcanzarán el nivel suficiente para producir un aumento en el calentamiento de 1,5° C. No dicen que vayamos a alcanzar los 1,5° C en ese justo momento, sino que el total de emisiones presentes en la atmósfera supondrán que el incremento se consolidará y será inevitable. El retraso entre la generación de las emisiones y el momento en que se produce el calentamiento es la razón por la que el IPCC habla de un aumento de 1,5° C en 20 años en lugar de en siete.

Entonces, ¿en realidad tenemos menos de diez años?

Por desgracia, en términos de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5° C, la respuesta es sí. A menos que nos movilicemos increíblemente rápido, nuestras acciones solamente podrán moldear cuánto lograremos excedernos de esos 1,5° C. Debemos centrarnos en la limitación de daños puesto que muchos efectos negativos del calentamiento global ya se están produciendo y no se podrán evitar. Olas de calor extremas, sequías e incendios salvajes que afectan a muchos lugares, tormentas e inundaciones cada vez más violentas... El aumento global de las temperaturas influye en la frecuencia y la severidad de los eventos de disrupción climática.

Incluso si los gobiernos de los países cumplen sus compromisos actuales para reducir las emisiones, nos acercamos a un incremento en el calentamiento de más de 3° C para 2100. Y si tenemos en cuenta los fracasos históricos para controlar las emisiones, el aumento a finales de siglo podría ser incluso mayor.

Puede que un cambio de 3° C en la temperatura no parezca algo excesivo, ya que es algo que muchos podemos experimentarlo en nuestro día a día. Pero un aumento así en la temperatura media global tendrá un impacto devastador en los ecosistemas y en nuestros suministros de agua y alimento. Las consecuencias previstas son tan severas y extremas que supondrían cambios radicales en las vidas de muchos de nosotros.

No podemos cambiar el pasado, pero sí el presente y el futuro resultante. Cuanto antes actuemos, menos severas serán las consecuencias que están por venir.

¿Importan realmente los pequeños aumentos en la temperatura?

Si subimos un grado la calefacción de nuestras casas, puede que no notemos la diferencia. Pero por desgracia, el efecto de pequeños cambios en el medio natural puede ser mucho más serios. Por ejemplo, los investigadores científicos sugieren que si nos mantenemos en un calentamiento de 1,5° C, perderemos entre el 70 % y el 90 % de los arrecifes de coral; con un aumento de 2°C los perderemos casi todos (el 99 %).

Otro punto clave es que, a diferencia de las calefacciones de nuestras casas, no podemos reducir la temperatura global. Aunque la tecnología actual de captura y almacenamiento de carbono tiene un buen potencial para reducir las emisiones, no es capaz de eliminar todo el carbono que ya hemos emitido a la atmósfera.

Cuanto más aumenta la temperatura, mayor es el riesgo de que se creen bucles de realimentación, que supondrían aún más aumentos en la temperatura y que ya no seríamos capaces de detener.

¿Qué son los bucles de realimentación?

Un ejemplo de bucle de realimentación es el calentamiento resultante del deshielo marino. El color de la nieve y el hielo hace que estos absorban menos calor que el mar. A medida que la temperatura aumenta, el hielo marino se deshace y se descubre más superficie marina. El mar absorbe entonces más calor, que acelera el proceso de calentamiento. Esto se conoce como efecto albedo.

Hielo marino delÁrtico.

Imagen: Pixabay

Otro ejemplo son las emisiones procedentes del deshielo del permafrost. El permafrost es un término que se usa para describir el suelo que permanece congelado durante más de dos años. En muchos casos, se trata de superficies que en circunstancias normales estarían permanentemente congeladas. A medida que la temperatura aumenta, se están derritiendo cantidades cada vez mayores de permafrost. Como consecuencia, se libera más carbono y metano a la atmósfera generando un mayor efecto invernadero y aumentando el calentamiento. El metano es particularmente preocupante porque su impacto potencial sobre el calentamiento global es más perjudicial que el del dióxido de carbono, especialmente a corto plazo.

Los científicos están haciendo todo lo posible para estudiar los bucles de realimentación que conocemos por ahora. Pero a medida que nos movemos hacia territorios climáticos inexplorados, pueden surgir otros que no hayamos experimentado ni previsto.

¿Por qué debemos actuar si no sabemos exactamente qué va a ocurrir?

Los escaladores se toman la precaución de invertir en cuerdas y demás equipos de seguridad. No lo hacen sabiendo exactamente cuándo y cómo van a caerse de un precipicio, sino porque saben que si eso ocurre pueden morir o sufrir heridas muy serias sin esos equipos. Actúan para prevenir un resultado fatal, incluso ante la incertidumbre del momento exacto y las circunstancias de una caída potencial.

Nos referimos a la emergencia climática y ecológica como una amenaza existencial para la humanidad, pero un gran número de otros seres vivos están en peligro igualmente. La gravedad de las peores consecuencias requiere que nuestra respuesta se guíe por lo que se conoce como el principio de precaución. Es decir, ante amenazas serias o irreversibles para la humanidad o los ecosistemas, la incertidumbre reconocida por la ciencia no debe ser un motivo para posponer las medidas preventivas. Básicamente, el principio de precaución se basa en el aforismo "más vale prevenir que lamentar".

Es difícil predecir con precisión cuándo ocurrirán los puntos de inflexión que den lugar a bucles de realimentación irreversibles. Pero las consecuencias de la falta de acción podrían ser tan graves que ignorar el principio de precaución es sumamente difícil de justificar.

Puede que el aumento de las temperaturas sea perjudicial para los corales, pero ¿nos afectará realmente a nosotros?

Dependiendo de dónde vivamos, tener un clima más suave puede incluso parecer una idea bien atractiva, pero el aumento de la temperatura va a suponer la exposición de un número cada vez mayor de personas a calores mortales. Las altas temperaturas crean un altísimo riesgo para los miembros más vulnerables de nuestras comunidades, como los bebés, los ancianos y las personas con problemas de salud como afecciones coronarias o pulmonares, o diabetes. Además, incluso si el aumento de la temperatura no supone un riesgo sanitario inmediato para muchos de nosotros, puede afectarnos de otras muchas formas, tales como problemas de suministro de agua y alimentos, incendios forestales o el aumento de los niveles del mar.

¿Cuánto tardará todo esto en afectarnos?

No se trata de algo que va a ocurrir en el futuro; está ocurriendo ya. Muchas personas ya están sufriendo los efectos de la crisis climática y ecológica. Durante el año 2020 hemos sido testigos de incendios forestales sin precedentes, tanto en EE.UU como en Australia, y de graves inundaciones en diferentes lugares, como China o África Central y Oriental.

Un incendio devastando unbosque.

Imagen: Skeeze, de Pixabay

Pero el impacto del cambio climático no será igual en todo el planeta. En muchos casos, los que menos han contribuido a las emisiones globales serán quienes sufrirán (y ya están sufriendo) las peores consecuencias. La gravedad de los efectos y nuestra capacidad para protegernos de ellos variarán, pero todos nosotros los sufriremos.

¿Cómo me afectará todo esto a mí?

Estos son algunos de los efectos de la emergencia climática y ecológica que sufriremos:

Falta de suministro de alimentos

Aproximadamente 820 millones de personas ya no disponen de alimento suficiente, y este número está incrementando debido a la crisis climática y ecológica. La producción de cultivos básicos como el trigo ya se está viendo afectada por el cambio en los patrones climáticos. A medida que aumenta la incidencia de los fenómenos climáticos extremos como las sequías y las inundaciones, las cosechas de numerosos cultivos son cada vez menos previsibles o pueden desaparecer completamente.

La acción del hombre, como la sobreexplotación de los océanos, unida al cambio climático está generando situaciones cada vez más precarias en el suministro de alimentos. El uso de químicos dañinos y la destrucción de hábitats está ocasionando la pérdida de polinizadores como las abejas, de las que dependen en cierta medida el 75% del cultivo alimentario mundial.

Incluso si nuestro país no se ve tan gravemente afectado como otros, podría tener serios problemas para importar el alimento necesario, o no disponer de excedentes para exportarlos a otros países. Los que tengan la suerte de no sufrir las hambrunas previstas pueden enfrentarse a limitaciones de abastecimiento o a una subida de los precios. La pandemia de la COVID-19 nos ha dejado pruebas gráficas de la fragilidad de las cadenas de suministro.

Restricciones de agua

El libro 'Emergencia en el planeta Tierra', escrito por la Dra. Emily Grossman de XR Scientists, subraya algunas de las formas en las que nuestros suministros de agua pueden verse afectados. Casi la mitad de la población mundial (3.600 millones de personas) vive actualmente en áreas con restricciones de agua potenciales durante al menos un mes al año. En el año 2.050, este número puede aumentar hasta entre 4.800 y 5.700 millones.

Con el deshielo de los glaciares, los 1.900 millones de personas que viven en sus cursos de agua, se enfrentan a restricciones en el agua que usan para beber, lavarse, regar sus cultivos, generar electricidad y muchas cosas más. Se estima que en 2.030 la demanda global de agua potable excederá al suministro en un 40 %.

El cambio climático está aumentando la frecuencia y la gravedad de las sequías en muchos lugares, como África o Australia, y ha sido uno de los elementos causantes de la gran sequía que se ha producido en la región oeste de Estados Unidos. En el año 2.018, Ciudad del Cabo vio su suministro de agua cortado en cuestión de días. Los científicos del clima creen que esta sequía ya ha pasado de ser un evento que ocurría ‘una vez cada 300 años’ a producirse una vez cada 100 años. Si alcanzamos un calentamiento de 2° C, la frecuencia estimada será de una vez cada 33 años.

Paisaje árido.

Imagen: Jose Antonio Alba, de Pixabay

Clima extremo

Un estudio reciente sobre cientos de eventos climáticos extremos sugiere que más de dos tercios de ellos ahora son más frecuentes o más severos debido al cambio climático. Se está produciendo un mayor número de inundaciones, tormentas e incendios forestales que causan disrupciones, daños económicos y muertes. Y no solo sufrimos las consecuencias del clima extremo los humanos; se estima que los incendios sin precedentes que ocurrieron en Australia a finales de 2019 y principios de 2020 han matado u obligado a abandonar sus hábitats a casi 3.000 millones de animales.

Mucha gente ya sufre temperaturas que amenazan la vida, y a medida que el planeta se calienta, cada vez más personas se enfrentarán a este peligro. Las olas de calor de 2.015 en India y Pakistan que han matado a más de 3.400 personas podrían repetirse cada año. Europa ha vuelto a sufrir olas de calor en 2.020, con récords de temperaturas en varios países. El IPCC avisa de que un aumento de 2° C (en lugar de 1.5°) podría exponer a 420 millones de personas más a frecuentes olas de calor extremas.

Si el aire y el mar están más calientes emiten más vapor de agua a la atmósfera. Es esperable que este vapor adicional genere lluvias más frecuentes e intensas. De esta manera, mientras algunas partes del mundo sufrirán cada vez más restricciones de agua por el cambio climático, otras sufrirán más tormentas e inundaciones.

Migraciones forzadas masivas

Se espera que el aumento del nivel del mar, las inundaciones, las temperaturas insoportables y los problemas de suministro de alimentos y agua provoquen el abandono de sus hogares de un número de gente nunca conocido en la historia de la humanidad. Un informe reciente estima que en 2.050 unos 1.200 millones de personas pueden verse obligados a abandonar sus hogares.

El aumento del nivel del mar previsto implica que para 2.050, las tierras donde actualmente viven 300 millones de personas pueden sufrir desbordamientos cada año. Esto afectará especialmente a algunas partes de Asia, como algunas ciudades de China, Bangladesh e India, que tienen los mayores números de personas en riesgo.

Los países lo suficientemente afortunados para eludir los peores impactos del cambio climático podrían enfrentarse a retos sin precedentes a la hora de ofrecer alimento, refugio y cuidados sanitarios a los desplazados. Los números de refugiados climáticos actuales son insignificantes en comparación con las previsiones, aunque ya se están viviendo tensiones políticas importantes así como resistencia a la apertura de fronteras.

Conflictos

Esto no es algo que se puede pronosticar con el mismo nivel de precisión que el deshielo, pero el cambio climático está generando tensiones adicionales que facilitan los conflictos. La historia nos avisa de hasta qué punto una población con miedo puede ser terreno fértil para el autoritarismo y el nacionalismo. Cuando los intereses nacionales de los países chocan cada vez más, aumenta el peligro de que se desencadenen guerras.

Aviones militares en elcielo

Imagen: Robert Waghorn, de Pixabay

Muchos de nosotros hemos visto ejemplos de gente luchando por cosas cuando no hay suficiente para todos, o cuando creen que otros se quedan más de lo que les correspondería en base a un reparto justo. En los últimos meses hemos visto a personas perdiendo los estribos por todo el mundo al encontrar los estantes de los supermercados vacíos. Cuando la comida, el agua o la tierra habitable empiezan a escasear, se acrecienta el peligro de que estas situaciones se reproduzcan a una escala mucho mayor.

Colapso social

Además, el impacto de la emergencia climática y ecológica desata un peligro real en nuestras sociedades. La pandemia de la COVID-19 ha demostrado lo rápido que se pueden perder las cosas que damos por hechas.

La escasez de alimentos es una de las mayores preocupaciones porque puede ocurrir muy rápido. Existen avisos del riesgo creciente de un "desplome múltiple de los graneros", mediante el cual las cosechas de cultivos básicos como el trigo se verían afectadas en distintas regiones al mismo tiempo. Mantener el orden y la cohesión social es cada vez más difícil si la gente no tiene alimento suficiente.

Es probable que los eventos climáticos extremos acentúen la disrupción en las vidas de muchos de nosotros. Infraestructuras como carreteras, líneas ferroviarias y redes energéticas pueden sufrir daños o ser destruidas. Los servicios de emergencia se enfrentan al riesgo de nos ser capaces de satisfacer la demanda creciente, y las redes de protección como las aseguradoras podrían dejar de ser viables.

Aunque cierto nivel de mitigación o adaptación es posible, la intensidad y la frecuencia de la disrupción causada por el clima que se prevé puede dificultarlo y encarecerlo cada vez más. Incluso si no se produce el colapso total de la sociedad como algunos predicen, nuestra manera de vivir puede verse alterada de tal manera que lo que hoy consideramos normal puede dejar de existir.

Traffic signs half-submerged inwater.

Imagen: PublicDomainPictures, de Pixabay

¿Qué tiene todo esto que ver con nosotros?

Cuando se dice que tenemos unos diez años para salvar el planeta, no se trata de que el mundo se vaya a terminar en el año 2.030. Se basa en la premisa de que si no emprendemos acciones reales y significativas en la próxima década, los efectos del cambio climático más catastróficos que se prevén pueden ser imposibles de evitar. Si no reducimos drásticamente las emisiones en los próximos cinco años, limitar el calentamiento a 1,5º C dejará de ser una posibilidad real.

No actuar ya aumenta el riesgo de que se activen bucles de realimentación imparables que podrían acelerar el calentamiento global, incluso aunque logremos reducir nuestras emisiones. Si no emprendemos acciones drásticas en los próximos diez años, nuestra capacidad para evitar un colapso ecológico catastrófico se reducirá de manera radical.

¿Qué puedo hacer yo?

Extinction Rebellion exige a los gobiernos que digan la verdad sobre la emergencia climática y ecológica y que actúen inmediatamente para reducir las emisiones y detener la pérdida de biodiversidad. Nuestro objetivo es concienciar cada vez más de las amenazas a la humanidad y a otras formas de vida de nuestro planeta y presionar a los gobiernos para que tomen las acciones vitales que son urgentemente necesarias. ¿Por qué no te unes?


Sobre la Rebelión

extinction rebellion es un movimiento descentralizado, internacional y políticamente apartidista que utiliza la acción directa no violenta y la desobediencia civil para presionar a los gobiernos para que actúen con justicia ante la emergencia climática y ecológica. Nuestro movimiento está formado por personas de todos los perfiles que contribuyen según sus intereses, aptitudes, tiempo y energía. Es probable que tengamos un grupo local muy cerca de ti, y nos encantaría saber de ti. Involucrarse ...o también puedes hacer una donación.