Digan la verdad: ¿por qué están asesinando a lxs defensores de la vida y la Tierra en Colombia?
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Carlos Aldairo Arenas Salinas, agricultor y ecologista colombiano, fue asesinado por proteger los páramos de Colombia y las especies nativas en peligro de extinción como el Cóndor.
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Colombia fue el país más letal en el año 2018 para lxs defensores de la Tierra. Hasta el momento, más de 170 líderes sociales y ambientales y 136 nativxs han sido asesinadxs en 2019 bajo el gobierno actual de Ivan Duque.
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Los ecosistemas de Colombia, el segundo país con mayor biodiversidad del mundo, están sufriendo la devastación de las industrias extractivas y alimenticias.
21 de noviembre de 2019: huelga nacional en Colombia para exigir cambios y protección para la Madre Tierra
21 de noviembre de 2019, Bogotá (Colombia). Carlos Aldairo Arena Salinas ha sido el último defensor ambiental en caer en los ataques de Colombia contra la vida. El ambientalista de 44 años fue asesinado a tiros en una granja en la región andina central de Tolima, en Colombia. Era un agricultor local que se había expandido y promovió la Ruta del Cóndor, un proyecto de ecoturismo que dio a la gente la oportunidad única de avistar el famoso cóndor andino, que está en peligro de extinción y es el ave nacional del país. Arenas Salinas dio su vida para salvar al Cóndor de la extinción al compartir su majestuosidad con todos los interesados. A medida que avanza la sexta extinción masiva, los pocos valientes que resisten son derribados por un sistema tan tóxico que su último objetivo es matar todo lo que encuentra a su paso.
Los tweets de su compañera activista Katherine Ariza sobre “Cejas”, como Arenas Salinas era conocido, hablan de “un defensor del agua, el Valle de los Frailejones y todas las criaturas de las tierras altas (Páramo). Su amor por el altiplano era tan grande que luchó por su preservación hasta el final. La pasada noche, sin duda poniendo su vida en riesgo una vez más, cuentan que fue asesinado por una banda criminal en el sector de Totarito." Colombia llora y el mundo está de luto.
Por tercer año consecutivo, Colombia se encuentra entre los tres países más peligrosos para los defensores del medio ambiente. En su informe, la ONG británica Global Witness, afirma que “en 2018 fueron asesinados un promedio de más de tres activistas por semana, defendiendo sus tierras de la invasión de industrias como la minería, las explotaciones forestales y la agricultura masiva. Es probable que la cifra real sea mucho mayor porque los casos a menudo no se registran y rara vez se investigan. Es difícil encontrar evidencia fiable y verificable”.
Mina de carbón Cerrejón de La Guajira: tragedia humana y ecológica
La devastación que empresas como BHP Billiton, Glencore y Anglo-American han dejado en la región de La Guajira es sólo uno de los muchos ejemplos de crímenes humanitarios y medioambientales llevados a cabo por corporaciones multinacionales.
Según el pueblo local de Wayuu, el yacimiento de Cerrejón, una de las minas de carbón más grandes del mundo, ha contribuido a la contaminación de los ríos, la corrupción y la sequía en la región. Jakeline Romero Epiayu, activista del movimiento Force of Wayuu Women, cree que la mina está perjudicando la salud de las personas, así como los recursos locales de tierra y agua. En una conferencia de prensa reciente, aseguró que la minería está condenando a los residentes de La Guajira a la pobreza y la muerte.
Historias de aquellos que desafían abiertamente este sistema tóxico
Extinction Rebellion se solidariza con las comunidades de resistencia en Colombia que luchan contra un sistema económico global basado en la explotación de los recursos naturales y la destrucción de los derechos humanos básicos.
En la región del Cauca, la comunidad nativa de Nasa lucha para proteger su territorio ancestral del narcotráfico y las plantaciones de monocultivo de caña de azúcar. Los pilares de su formación política son la autonomía, la identidad cultural, la unidad y el territorio.
“Nuestra madre, la madre de todos los seres vivos, está sujeta a dueños, es propiedad privada. Al someterla a la propiedad para explotarla, le quitaron la libertad de concebir la vida, de protegernos y de enseñarnos", dicen lxs luchadores por la libertad de la Madre Tierra, los nasa.
La empatía comienza en casa. Muchos de lxs que leen esto, en los últimos días y meses, han luchado y trabajado duro para construir espacios donde los seres humanos puedan unirse, apoyarse mutuamente en un sentimiento compartido de dolor y amor. Dolor por el daño que vemos a nuestro alrededor, dolor por el futuro que tememos para nuestrxs hijxs o para nosotrxs mismxs. Para muchxs, es solo a través de esta unión ganada con esfuerzo que nuestros ojos pueden abrirse a otra dura verdad: que la emergencia no es una perspectiva del futuro, sino más bien una realidad para innumerables personas y comunidades en todo el mundo y lo ha sido por décadas.
La empatía comienza en casa, pero no termina ahí. Nos lleva más allá de las fronteras, más allá de las divisiones, a una mayor comprensión de la inmensidad de lo que está en juego. Solamente en un momento de toma de conciencia global y colectiva podremos afrontar esta crisis.
El 21 de noviembre, millones de Colombianxs llevarán a las calles la demanda de mejores condiciones para sus vidas y el medio ambiente; les invitamos a actuar en solidaridad compartiendo esta información.
#ParoNacional21Nov
#GenocidioIndígena
#DefensoresDeLaMadreTierra